EL PROBLEMA DE LA BASURA TECNOLÓGICA EN EL MUNDO Según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el mundo generó 48,5 millones de toneladas de basura electrónica en 2018. Este dato pone de manifiesto la creciente importancia del reciclaje, que también arroja cifras preocupantes: solo el 20% de estos residuos se recicla. De mantenerse estas tendencias, la ONU estima que podríamos alcanzar los 120 millones de toneladas de chatarra electrónica en 2050. El volumen de residuos electrónicos que se producen a nivel mundial y la mala gestión de su reciclado ponen en peligro el medio ambiente. Entre las sustancias más habituales que contienen estos desechos se encuentran elementos como el cadmio, el plomo, el óxido de plomo, el antimonio, el níquel o el mercurio. Estos elementos tóxicos contaminan ríos, lagos y mares, y emiten gases a la atmosfera que provocan desequilibrios en los ecosistemas. Revertir el modelo de producción y consumo para reducir la cantidad de desechos electrónicos es, en consecuencia, una tarea inaplazable. El consumo responsable, capaz de alargar su vida útil y de frenar el crecimiento de estos residuos, es una de las respuestas al problema. "La reutilización de aparatos tecnológicos se ha convertido en la única alternativa frente a un sistema de reciclado ineficaz para reducir los niveles de basura electrónica", apunta Thibaud de Larauze, CEO de Back Market. Esta compañía francesa apostó en 2014 por el reacondicionado electrónico y fue considerada una de las más innovadoras de Europa.

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